Tras el accidente de Fukushima, emergieron todos los
fantasmas relacionados con la energía nuclear y las radiaciones ionizantes. No
obstante, existe un gran desconocimiento general sobre lo que es en realidad la
radiación. La opinión pública ha sido muy susceptible a este respecto, lo cual,
ha dado lugar a la manipulación y propagación de mitos carentes de base
científica.
Uno de los errores más comunes es no distinguir entre los
distintos tipos de radiación y asumir que todas son igualmente perjudiciales
para la salud. Tal y como se muestra en la imagen de abajo, la radiación, que
es básicamente una propagación de energía, puede clasificarse en dos grandes
grupos: Radiaciones ionizantes y no ionizantes.
Las radiaciones no ionizantes son las menos energéticas del
espectro: electromagnéticas, ondas de radio, microondas, etc. Carecen de la
energía necesaria para ionizar la materia, es decir, separar cargas positivas
de negativas, por lo que algunos estudios apuntan a que no tienen efectos
notorios sobre la salud humana.
No obstante, nos centraremos en las radiaciones ionizantes;
rayos X, radiaciones generadas por los reactores de fisión, etc., cuya energía
es mayor y sus efectos sobre la salud han sido estudiados con mayor rigor.
A pequeñas dosis, los efectos de la radiación ionizante son
probabilísticos. Es decir, a mayores dosis, existe mayor probabilidad de
desarrollar determinadas enfermedades.
La radiación ionizante tiene suficiente energía para dañar el ADN de las
células y provocar, como consecuencia,
el desarrollo de células tumorosas.
Al contrario de lo que mucha gente cree, la mayor parte de
la dosis de radiación que recibimos no es de origen artificial. La materia es
inestable, y como consecuencia los átomos están expuestos a un proceso de
desintegración de mayor o menor ritmo, por el cual emiten radiación
ionizante. Las personas estamos
constantemente expuestas a la radiación que proviene de fuera de la atmósfera y
a la producida en la corteza terrestre.
La radiación procedente que tiene su origen en la propia tierra, varía dependiendo de
la composición corteza terrestre de cada región geográfica. Por poner un
ejemplo, la radiación gamma en Sierra de Guadarrama (Madrid) es 5 veces
superior a la de Murcia.
La radiación cósmica, procede del espacio y es desviada en
gran medida por el campo magnético de la tierra. No obstante, una pequeña parte
sigue su curso y alcanza la corteza terrestre. Por otra parte, a medida que
ascendemos a mayores altitudes, aumentamos nuestra exposición a la radiación
ionizante. Un dato que generalmente se desconoce, es que pues que los aviones
alcanzan una altura de casi 13000m, las tripulaciones aéreas están más
expuestas que el personal de las centrales nucleares. Según han promediado
algunos estudios, las tripulaciones de los aviones comerciales absorben una
dosis 3 veces mayor que lxs trabajadorxs de las centrales nucleares y 6 veces
mayor que lxs profesionales que trabajan con radiaciones ionizantes en los
hospitales.