jueves, 28 de noviembre de 2013

A vueltas con la radiactividad

Tras el accidente de Fukushima, emergieron todos los fantasmas relacionados con la energía nuclear y las radiaciones ionizantes. No obstante, existe un gran desconocimiento general sobre lo que es en realidad la radiación. La opinión pública ha sido muy susceptible a este respecto, lo cual, ha dado lugar a la manipulación y propagación de mitos carentes de base científica.

Uno de los errores más comunes es no distinguir entre los distintos tipos de radiación y asumir que todas son igualmente perjudiciales para la salud. Tal y como se muestra en la imagen de abajo, la radiación, que es básicamente una propagación de energía, puede clasificarse en dos grandes grupos: Radiaciones ionizantes y no ionizantes. 

Las radiaciones no ionizantes son las menos energéticas del espectro: electromagnéticas, ondas de radio, microondas, etc. Carecen de la energía necesaria para ionizar la materia, es decir, separar cargas positivas de negativas, por lo que algunos estudios apuntan a que no tienen efectos notorios sobre la salud humana.


No obstante, nos centraremos en las radiaciones ionizantes; rayos X, radiaciones generadas por los reactores de fisión, etc., cuya energía es mayor y sus efectos sobre la salud han sido estudiados con mayor rigor.

A pequeñas dosis, los efectos de la radiación ionizante son probabilísticos. Es decir, a mayores dosis, existe mayor probabilidad de desarrollar determinadas enfermedades.  La radiación ionizante tiene suficiente energía para dañar el ADN de las células y provocar, como consecuencia,  el desarrollo de células tumorosas.

Al contrario de lo que mucha gente cree, la mayor parte de la dosis de radiación que recibimos no es de origen artificial. La materia es inestable, y como consecuencia los átomos están expuestos a un proceso de desintegración de mayor o menor ritmo, por el cual emiten radiación ionizante.  Las personas estamos constantemente expuestas a la radiación que proviene de fuera de la atmósfera y a la producida en la corteza terrestre.



La radiación cósmica, procede del espacio y es desviada en gran medida por el campo magnético de la tierra. No obstante, una pequeña parte sigue su curso y alcanza la corteza terrestre. Por otra parte, a medida que ascendemos a mayores altitudes, aumentamos nuestra exposición a la radiación ionizante. Un dato que generalmente se desconoce, es que pues que los aviones alcanzan una altura de casi 13000m, las tripulaciones aéreas están más expuestas que el personal de las centrales nucleares. Según han promediado algunos estudios, las tripulaciones de los aviones comerciales absorben una dosis 3 veces mayor que lxs trabajadorxs de las centrales nucleares y 6 veces mayor que lxs profesionales que trabajan con radiaciones ionizantes en los hospitales.   

martes, 19 de noviembre de 2013

Bienvenidxs

Bienvenidas todas al blog del postureo científico. Desde aquí daremos algunas pinceladas a la física que se esconde detrás de los acontecimientos cotidianos.